La película que presento hoy es muy especial y amena, una fuente de sabiduría y reflexión sobre los elementos que endulzan nuestra vida y sobre el camino de la mesura y la moderación. Narra la historia de un chico de alrededor de veinte años, un atleta profesional de categoría olímpica que estudia en la universidad. Su vida es frenética, apasionada, dulce y copiosamente aderezada a base de fiestas y chicas. Sin embargo, lo que no imaginaba Dam es que un simple accidente de moto acabarían de un plumazo con todos aquellos años de inimaginable esfuerzo.
La insatisfacción que le produce al chico no poder desarrollarse atléticamente debido a sus nuevas circunstancias lo llevan a un período de imsomnio contínuo, e incluso al borde de un suicidio tentativo, en el que, debido a sus propias alucinaciones, su doble le invita a tirarse al vacio desde la torre de la universidad. Pero su fuerza y corage por vivir van fueron factores suficientemente grandes como para no dejarlo caer.
Una noche, de madrugada, paró a repostar en una gasolinera semi abandonada, regentada por un hombre mayor, que demuestra poseer unas virtudes bastante elogiables. Ambos entablan conversación, y el hombre, a quien Dam atribuye poderes algo sobrenaturales, le reta a desarrollarse para ser mejor. Él le recrimina que ya es suficientemente bueno, y en respuesta, el sabio le recrimina su falta de humildad y lo pone a prueba.
Pasado un tiempo, y tras tomar por costumbre transitar por aquella gasolinera día sí, día también, Dam dedice pedirle consejo para poder superarse y poder volver a la práctica deportiva. Todo ello llevarán a Dam a iniciarse en la carrera del guerrero pacífico, que además de reportarle todos aquellos frutos que había sembrado como atleta, le ayudará a encontrarse verdaderamente consigo mismo.
La película está basada en una historia más o menos real, recreada en un libro titulado 'La Carrera del Guerrero Pacífico'.
No puedo más que elogiar esta sublime producción. Es realmente una de esas películas que tras finalizar te dejan con una sonrisa de oreja a oreja, y te insuflan un valor y una motivación como ninguna otra. Es un canto a la vida desde lo más profundo de un atleta que para volver a triunfar deberá primero encontrarse a sí mismo.
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