Ayer, de nuevo programazo de Tú Sí Que Vales. TeleCinco, si por algo se caracteriza, es por la baja calidad de sus programas y por la poca rigurosidad y profesionalidad de los mismos, pero como todo en la vida, siempre hay excepciones, y esta es una de ellas.
Durante la gala, artistas de todas las edades y campos participaron en un show de gran atractivo que suma y sigue. Lejos de las disputas Risto-Corbacho, que en determinados momentos captaron toda la atención, así como las célebres salidas de tono del crítico (grande, pero de los más odiados), la gala fue un derroche de magia y arte.
Desde el punto de vista técnico, hubo dos actuaciones que centraron mi atención por completo. La primera de ellas fue la de un domador catalán, de gran destreza, que inspirado por un sueño tomó la iniciativa de adiestrar a sus caballos sin violencia física alguna. La actuación fue muy impresionante, hasta tal punto que hasta el mismísimo Risto Mejide se vió obligado a concederle el pase a la final de forma directa.
La segunda de ellas, y para mí la más difícil y elogiable de la gala, fue la de un flautista profesional, intérprete de flutebox (una mezcla entre el beat-box y la flauta travesera). La mezcolanza entre tales estilos sonaba perfectamente genial, por lo que no puedo proferir otra cosa que no sean elogios. Y en cierto modo provocó mi descontento personal que la mitad del público y Risto se negasen en rotundo a concederle un voto positivo, era una gran actuación.
El próximo miércoles vuelve Tú Sí Que Vales, con más arte, más magia, más ilusión, y por qué no, con más polémica. Larga vida a uno de los mejores talent shows de la televisión en España.
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